¡Son las manitos llenas de color las que cambian tu vida!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Paulita




El pasado 8 de octubre se cumplieron dos años que Paulita partió. La extraño mucho. Por un momento siento tristeza, pero no me puedo dejar llevar por la pena, salgo a caminar, miro el cielo y pienso que lo que viví con ella lo disfruté y  le agradezco mucho a Dios  el haberme dado la oportunidad de encontrar esa parte espiritual que hay que cultivar, acrecentar y alimentar.  Ella está presente, me inspira y me da optimismo para seguir trabajando por los niños hospitalizados.

 Paulita tenía 8 años cuando  la conocí en la UTI del hospital a finales del mes de julio, en pleno invierno. Llegué a la Unidad ese día por solicitud de la psicóloga quien me condujo a la camita donde estaba ella, conectada a un  respirador, había tubos y aparatos por todos lados. Nunca había trabajado con un niño en estas condiciones. Me quedé en blanco, a punto de salir corriendo. ¿Qué podía hacer ella en esta situación?  Paulita me miró y me sonrió. Allí enganchamos.

-¡Hola Paulita! Soy la tía Carol. Vengo a hacer manualidades contigo. - Me sonrió, sus ojos brillaron.

Le mostré varios diseños de tarjetas, con flores, osos, mariposas. Ella apuntó con su dedito la tarjeta de los tulipanes. Saque una gran cartulina blanca, papeles de colores y ella, sin dejar de sonreir, poco a poco cortaba y pegaba  el gran tulipan con pétalos en forma de corazón.  Quedó hermosa.

La semana siguiente, cuando la fui a buscar, ya no estaba en la UTI. ¡Que susto! La habían pasado a neutropenia. Casi no la reconocí porque estaba con su pijamita rosada,  sin tubos ni  respirador. Su carita siempre sonriente. Que ternura de niña. Así, todos los días que iba al hospital, lo primero que hacía era ir a verla y ella me esperaba con impaciencia y muchas ganas de hacer manualidades. Me fue abriendo su corazón, mostrándome lo sensible que era. Amaba la poesía, la música de Vivaldi, las hadas, los gatitos...

Cuando se fue para su casa, seguí acompañándola. Su familia encantadora: la mamá, el papá, los hermanitos, la abuela, la tía. Todos muy amorosos me daban un recibimiento muy cálido. Paulita siempre alegre, con una sonrisa que nunca abandonó. Comenzamos a conocer y escuchar la música de  otros grandes compositores barrocos y clásicos, mientras pintábamos y conversábamos de todo.




Una mañana, recibo una llamada. Era la mamá de Paulita... Estaba en el hospital. Dejé todo lo que hacía en ese momento  y partí inmediatamente a  verla. Cuando llegué, Paulita me contó que acababa de hacer su primera comunión. Le regalé un anillo denario que siempre llevaba conmigo. Rezamos juntas. Hicimos un pajarito amarillo en origami. Me despedí de ella.

Al día siguiente, Paulita se fue. Acompañé a sus padres. Me contaron que mi Paulita días antes les había dicho que cuando fuera grande ella quería trabajar como la tía Carol en el hospital. 

Esa es mi historia, que con mucho amor y respeto por Paulita quiero compartir.  Esa es mi motivación. Ese es mi motor para seguir funcionando. 


El Amor

"Me encanta todo lo que la gente me entrega, especialmente el amor.
El amor es tan lindo y maravilloso. Soy tan feliz cuando puedo devolver ese cariño tan especial a mis seres queridos. El amor es lo mejor".

Paula Rodriguez Pavez.


Quiero agradecer a mi hija por haberme ayudado a elaborar esta presentación. Ella y Paulita fueron amigas y compartieron algo muy especial: cumplían años el mismo día. 

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